Políticas y Procedimientos.
Como consultores somos totalmente partidarios de contar con una estructura de Políticas y Procedimientos
definidos para que la empresa:
1) Establezca métodos formales para delegar autoridad, determinando quien autoriza qué, cuando y como,
marcando límites, dando certeza a nuestras operaciones, protegiendo nuestros activos (e intereses) y evitando
que la Dirección General del negocio tenga que estar interviniendo a detalle en cada paso de la operación, lo
cual, al llegar a cierto crecimiento y número de empleados, la operación de vuelve totalmente dependiente del
Director o Gerente, impidiendo que le quede tiempo para usar su talento y capacidades en hacer crecer más
el negocio.
2) Los procedimientos definidos nos sirven de guía para los procesos recurrentes en el negocio y en cada
puesto, lo cual facilitará la capacitación a nuevos elementos o cuando exista un cambio de posición, además
de brindarnos puntos de referencia para validar y auditar su cumplimiento (adicionalmente a las políticas).
Hasta aquí todo está muy claro, sin embargo, ya sea por aspectos culturales mal entendidos, o un claro
desenfoque hacia el objetivo primario del negocio, suele ocurrir lo siguiente:
A) Los manuales de políticas de vuelven demasiado extensos y en ocasiones contradictorios y confusos,
queriendo micro controlar hasta lo irrelevante, lo que puede ocasionar que el negocio caiga en una exagerada
"administración de la ineficiencia" donde se controla y monitorea de forma muy diligente todo lo que "No se
hace" o se obstaculiza debido principalmente a la alta carga burocrática que conlleva tener políticas y
procedimientos demasiado extensos y complejos.
B) Se llega a penalizar y hasta a castigar la creatividad al mantener un enfoque demasiado rígido que no
permita ir desarrollando ideas y mejoras a las prácticas actuales, lo que a la larga convertirá al negocio en una
entidad evidentemente predecible pero sin capacidad de adaptación a los cambios en el entorno, lo que hará
peligrar su permanencia en el mercado.
GBX Consulting
Derechos Reservados
Como consultores somos totalmente partidarios de contar con una estructura de Políticas y Procedimientos
definidos para que la empresa:
1) Establezca métodos formales para delegar autoridad, determinando quien autoriza qué, cuando y como,
marcando límites, dando certeza a nuestras operaciones, protegiendo nuestros activos (e intereses) y evitando
que la Dirección General del negocio tenga que estar interviniendo a detalle en cada paso de la operación, lo
cual, al llegar a cierto crecimiento y número de empleados, la operación de vuelve totalmente dependiente del
Director o Gerente, impidiendo que le quede tiempo para usar su talento y capacidades en hacer crecer más
el negocio.
2) Los procedimientos definidos nos sirven de guía para los procesos recurrentes en el negocio y en cada
puesto, lo cual facilitará la capacitación a nuevos elementos o cuando exista un cambio de posición, además
de brindarnos puntos de referencia para validar y auditar su cumplimiento (adicionalmente a las políticas).
Hasta aquí todo está muy claro, sin embargo, ya sea por aspectos culturales mal entendidos, o un claro
desenfoque hacia el objetivo primario del negocio, suele ocurrir lo siguiente:
A) Los manuales de políticas de vuelven demasiado extensos y en ocasiones contradictorios y confusos,
queriendo micro controlar hasta lo irrelevante, lo que puede ocasionar que el negocio caiga en una exagerada
"administración de la ineficiencia" donde se controla y monitorea de forma muy diligente todo lo que "No se
hace" o se obstaculiza debido principalmente a la alta carga burocrática que conlleva tener políticas y
procedimientos demasiado extensos y complejos.
B) Se llega a penalizar y hasta a castigar la creatividad al mantener un enfoque demasiado rígido que no
permita ir desarrollando ideas y mejoras a las prácticas actuales, lo que a la larga convertirá al negocio en una
entidad evidentemente predecible pero sin capacidad de adaptación a los cambios en el entorno, lo que hará
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